Desde su origen en la década de 1990 hasta su abrupto final, Locomotion dejó una huella imborrable en la cultura de la animación y el entretenimiento de toda una generación en América Latina.
Locomotion fue un canal de televisión por suscripción que nació en 1996 y se posicionó rápidamente como una de las señales más innovadoras y disruptivas en el ámbito de la animación para jóvenes y adultos en América Latina. Su propuesta única combinó animación japonesa (anime), series experimentales, cortometrajes vanguardistas y música alternativa, creando un espacio sin precedentes en la región. La señal tuvo su sede principal en Buenos Aires, Argentina, y fue operada inicialmente por el consorcio Cisneros Television Group en asociación con Claxson Interactive Group, con un objetivo claro: ofrecer un contenido diferente al de otras cadenas juveniles de la época como Cartoon Network o Nickelodeon, enfocándose en un público más adulto, sediento de propuestas arriesgadas y poco convencionales.

El origen de Locomotion estuvo estrechamente ligado a la explosión de las señales por cable y satélite en América Latina durante la segunda mitad de la década de 1990. Su lanzamiento fue concebido como un canal dedicado en sus inicios a animaciones occidentales y de corte más clásico, con títulos provenientes de estudios europeos y norteamericanos, pero muy pronto la emisora comprendió la necesidad de diferenciarse de sus competidores y captar un nicho de mercado específico. Esta estrategia llevó a Locomotion a virar su programación hacia el anime japonés, un género que en aquellos años no contaba con una distribución masiva fuera de Japón, salvo por algunas excepciones en el mercado latinoamericano.
El auge de Locomotion comenzó entre 1999 y el año 2002, cuando la señal reformuló completamente su identidad y programación, transformándose en un canal de culto para miles de jóvenes y adultos en América Latina. Locomotion no solo transmitió anime icónico como Serial Experiments Lain, Neon Genesis Evangelion, Berserk, Trigun, Cowboy Bebop o Love Hina, sino que también apostó por cortometrajes experimentales, producciones independientes de animación de vanguardia y propuestas audiovisuales que mezclaban arte, tecnología y música electrónica. La identidad visual del canal, con sus cortinillas animadas, su estética cyberpunk y sus personajes originales como Loco, Cactus y Kitty, se convirtió en una marca distintiva que capturó la atención de una audiencia deseosa de algo más allá del entretenimiento convencional.
Uno de los factores determinantes en el éxito del canal fue su capacidad para crear una comunidad sólida y fiel entre sus televidentes, quienes encontraban en Locomotion no solo un espacio de entretenimiento sino también un lugar de expresión alternativa y contracultural. La programación nocturna, en especial, fue uno de los grandes éxitos de la señal, con bloques como Fracto y Anime Loving, que ofrecían contenido más arriesgado y experimental, complementado por bandas sonoras repletas de música electrónica, trip-hop, downtempo y ambient, géneros que no tenían presencia significativa en otros canales de la época.

El canal, además, se destacó por apoyar la difusión de cortometrajes de animadores latinoamericanos y europeos, muchos de los cuales encontraron en Locomotion su primer espacio de difusión masiva. Esto permitió que la cadena se convirtiera en una plataforma para talentos emergentes, ganando aún más el respeto y la admiración de sus seguidores. Esta época dorada de Locomotion coincidió con un periodo en el que la distribución de anime en DVD o VHS era limitada y costosa, y donde internet aún no ofrecía la facilidad de acceso a contenido japonés que más tarde propiciaría su masificación global.
Sin embargo, la caída de Locomotion comenzó a gestarse a mediados de la década del 2000, cuando las dinámicas de la televisión paga y la globalización del anime empezaron a transformar el panorama mediático. La adquisición de la señal por parte de Sony Pictures Television International en 2002 representó un cambio de rumbo crucial. Aunque inicialmente la empresa mantuvo la identidad original de Locomotion, paulatinamente la presión por obtener una mayor rentabilidad y alinearse a las estrategias corporativas globales de Sony fue desplazando la esencia alternativa e independiente que había caracterizado al canal.
El golpe definitivo llegó en 2005, cuando Sony tomó la decisión de cerrar Locomotion y reemplazarlo por Animax, un canal que, si bien también se enfocó en el anime, adoptó una programación más estandarizada y menos arriesgada que la de su antecesor. Animax apuntó hacia un público más amplio y se distanció del perfil contracultural que tanto había definido a Locomotion. La noticia del cierre fue recibida con desazón y tristeza por parte de la audiencia, quienes sintieron que la industria había perdido uno de los pocos espacios dedicados a la animación para adultos con una perspectiva artística, underground y experimental.

A pesar de su desaparición, Locomotion dejó un legado imborrable en la historia de la televisión latinoamericana. Su impacto sigue vivo en la memoria colectiva de quienes crecieron entre finales de los 90 y principios de los 2000, disfrutando de maratones de anime, videoclips psicodélicos y las icónicas cortinillas protagonizadas por sus personajes emblemáticos. Incluso hoy, años después de su cierre, existen comunidades online dedicadas a rescatar y preservar el material emitido por Locomotion, compartiendo grabaciones originales, intros, bumpers y recopilaciones de la música que acompañaba la señal.
Locomotion fue mucho más que un simple canal de televisión: fue una plataforma cultural que introdujo a miles de jóvenes en el mundo del anime, la animación independiente y la música alternativa. Su propuesta rompió esquemas y desafió las convenciones de la televisión paga de su tiempo, dejando una huella profunda que aún hoy es recordada con nostalgia por toda una generación. En un contexto en el que la oferta de contenido digital es abrumadora, Locomotion permanece como un símbolo de una época donde la televisión todavía podía ser un refugio para quienes buscaban algo diferente y genuino.