Desde hace varios años, una teoría con tintes conspirativos pero también con argumentos tecnológicos ha comenzado a propagarse en ciertos círculos de Internet: la llamada teoría del “Internet muerto”. Esta hipótesis, que parece sacada de una novela de ciencia ficción distópica, plantea que gran parte del contenido que circula actualmente en la web no es creado ni consumido por seres humanos reales, sino por bots, inteligencias artificiales y cuentas automatizadas.
La pregunta que guía esta teoría es inquietante: ¿sigue vivo el Internet como lo conocíamos, o se ha convertido en un teatro digital controlado por máquinas y corporaciones?
Origen de la teoría
Aunque las ideas que sustentan la teoría del “Internet muerto” pueden rastrearse hasta antes, fue en 2017 y 2021 cuando esta narrativa ganó mayor visibilidad gracias a publicaciones en foros como 4chan y Agora Road’s Macintosh Cafe, donde usuarios anónimos discutieron la posibilidad de que Internet haya “muerto” alrededor de 2016. La fecha no es casual: ese año coincidió con un incremento explosivo en la presencia de bots en redes sociales, el escándalo de Cambridge Analytica y el auge de la desinformación automatizada.
Uno de los textos más referenciados sobre el tema es el ensayo “Dead Internet Theory: Most of the Internet is Fake”, publicado en 2021, donde se plantea que plataformas como Twitter, YouTube, Reddit y Facebook están inundadas de contenido artificial diseñado para manipular opiniones, crear consensos falsos y dirigir el tráfico de manera estratégica para intereses económicos o geopolíticos.
Principales postulados de la teoría
La hipótesis se basa en varios ejes centrales:
- Dominancia de bots: Se afirma que una gran proporción del tráfico web y de la actividad en redes sociales es generada por bots. Reportes de empresas como Imperva o Cloudflare han mostrado que entre el 40% y el 60% del tráfico total puede atribuirse a bots, aunque no todos son maliciosos.
- Centralización de la web: La descentralización original de Internet ha sido reemplazada por unas pocas plataformas dominantes (Google, Meta, Amazon, etc.), que concentran el tráfico, manipulan los algoritmos y eliminan contenido alternativo o disidente, homogeneizando la experiencia de navegación.
- Inteligencias artificiales generativas: Desde hace unos años, los modelos de lenguaje como GPT, DALL·E o Gemini permiten generar textos, imágenes, videos y hasta perfiles falsos con una facilidad y realismo crecientes. Esto alimenta la sospecha de que una parte significativa del contenido visible en la web es producto de máquinas.
- Falsos consensos: Al estar rodeados de opiniones artificiales, likes automatizados y retuits de cuentas falsas, muchos usuarios creen formar parte de consensos sociales amplios cuando en realidad están siendo manipulados por ecosistemas artificiales diseñados para dirigir sus emociones y creencias.
- Desaparición de lo humano: Según los defensores más extremos de esta teoría, los usuarios humanos están siendo desplazados por “fantasmas digitales”, cuentas que imitan comportamientos humanos, con interacciones completamente sintéticas, sin conciencia ni finalidad real más allá de sostener la ilusión de vitalidad.
¿Conspiración o diagnóstico cultural?
Para muchos especialistas en tecnología, sociología digital y estudios de medios, esta teoría puede parecer una exageración, pero ofrece elementos interesantes como síntoma cultural. No se trata necesariamente de creer que todo Internet ha sido reemplazado por máquinas, sino de analizar cuánto del contenido, del debate y del tráfico está siendo mediatizado o manipulado por herramientas automatizadas.
Algunos investigadores, como Shoshana Zuboff (autora de “La era del capitalismo de la vigilancia”), no hablan de un “Internet muerto”, pero sí de un entorno digital dominado por algoritmos cuyo objetivo es la extracción de datos personales para maximizar beneficios corporativos. Desde esa perspectiva, lo que ha muerto es el espíritu libre y caótico del Internet original, reemplazado por un sistema cerrado, opaco y controlado.

Casos reales que alimentan la teoría
Varios eventos documentados han servido de combustible para la expansión de la teoría:
- Las granjas de bots políticos utilizadas por gobiernos para manipular tendencias y opiniones, como ha sucedido en elecciones de EE.UU., Brasil, Rusia o India.
- La automatización del contenido en portales web mediante IA para generar noticias falsas o clickbait sin intervención humana.
- La compra de seguidores falsos en redes sociales por celebridades, influencers o campañas de marketing para simular popularidad.
- La desaparición paulatina de foros, blogs y sitios independientes, desplazados por contenido viral prefabricado.
Incluso empresas tecnológicas han reconocido que buena parte de su tráfico es generado por bots. Un informe de CHEQ estimó en 2022 que más del 40% del tráfico publicitario en línea era fraudulento o no humano, generando pérdidas millonarias.
Respuestas críticas
Diversos expertos han criticado la teoría por su carácter alarmista y falta de rigor. Señalan que si bien el contenido automatizado y la presencia de bots es real y preocupante, eso no significa que la mayoría del contenido sea falso ni que los usuarios humanos estén ausentes.
Además, la teoría suele caer en sesgos cognitivos como el de confirmación: al percibir que muchas interacciones parecen artificiales, se refuerza la creencia de que lo son todas. También hay un componente psicológico y existencial, donde el individuo se siente cada vez más aislado en una red inabarcable y despersonalizada, lo cual alimenta esta visión distópica.
El nuevo rostro de Internet
Independientemente de cuán literal o metafórica sea la teoría, lo cierto es que Internet ya no es un espacio libre, humano y descentralizado como en sus orígenes. El protagonismo creciente de algoritmos, IA, automatización, censura invisible y contenido viral prefabricado obliga a repensar nuestra relación con el entorno digital.
Quizás la pregunta más importante no sea si el Internet está “muerto”, sino si aún podemos identificar lo que es humano en él. La frontera entre lo real y lo artificial se difumina cada vez más, y en ese terreno confuso, la teoría del “Internet muerto” funciona como un espejo oscuro que nos obliga a mirar con desconfianza lo que antes parecía espontáneo.
Esto lo escribí yo, un bot.